Prólogo
¿Te has desfragmentado recientemente?
A veces nuestros discos duros necesitan ser desfragmentados. No siempre
entramos bien del todo los datos. Cuantos más archivos tenemos y cuantos
más programas nos descargamos, más se lía el disco duro, ya que le entran
cosas dispersas, confusas y aleatorias que quedan desperdigadas por todas
partes. Las averías, los apagones y los programas colgados solo hacen que
contribuir a dicha fragmentación.
Cuanto más tiene que trabajar el disco duro para recuperar la
información original, más lento funciona, más borrosas salen las imágenes y
todo cuesta mucho más. Como postergador en serie, tiendo a posponer la
desfragmentación hasta que casi no me funciona el ordenador.
Desfragmentar significa dejar que el ordenador no haga nada más que
limpiar la confusión causada por mis fregados y fiascos. Esta limpieza puede
durar horas. Pero una vez pasado el proceso de desfragmentación, mi disco
duro recupera su velocidad y mis imágenes vuelven a aparecer, chasquear y
saltar con claridad y convicción.
El cristianismo ha sufrido montones de choques y averías durante los
últimos dos mil años. Durante los últimos quinientos, su disco duro original
se ha borrado tantas veces, sobre todo en Occidente, que casi se queda
parado. En Caminos olvidados, una voz de quien ha llegado primero al
futuro ha proporcionado al cristianismo del siglo XXI el mejor
desfragmentador de disco disponible. Alan Hirsch no solo aporta frescura a
unos temas que por haber sido tratados con tanta frecuencia parecen ya
gastados, sino que también nos aporta un vocabulario y una visión que
pueden ayudar a restaurar el disco duro original del cristianismo, su carácter
apostólico, que es el resultado neto de la convergencia de seis elementos
orgánicos del ADNm (m, por misional). Hirsch escribe: “El ADN es a los
sistemas biológicos lo que el ADNm es a los sistemas eclesiales”.
Pero antes deberemos dejar de hacer lo que estamos haciendo y dejar
que el desfragmentador haga su trabajo en nuestras mentes y ministerios.
Hirsch tiene algunas cosas preocupantes que decir sobre el liderazgo, el
consumismo, la cultura de la clase media, Al-Qaeda, la comunidad, los
seminarios y las mega iglesias. Nos fuerza a tomarnos en serio la situación
misional en que estamos y, en el proceso, limpia la frase “iglesia misional” de
su frecuente mal uso. También tendremos que dejar de cantar canciones…
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